Informe

Consumidores que producen

01 noviembre 2014

Reflexionar sobre lo que necesitas y afianzar lazos con la comunidad son las bases del consumo colaborativo, una opción que gana enteros a escala global y pretende dar un vuelco a tu economía. Nos adentramos en cada una de sus principales tendencias.

El 21 de octubre OCU celebró un desayuno informativo para medios titulado: “Consumo colaborativo: ¿Nuevas oportunidades para un consumidor también productor?”.

Estas fueron algunas de las aportaciones más interesantes.

Un cambio cultural

Albert Cañigueral de OuiShare mencionó datos relevantes:

  • el 45% de los españoles conoce BlaBlacar
  • Airbnb mueve 1 millón de viajeros cada mes en todo el mundo
  • Lending Club es la mayor empresa de préstamos entre personas. 

Pero además de las plataformas que salen en los medios de comunicación, hay una importante actividad de barrio a pequeña escala. Se habla menos de ella, pero resulta más transformadora. 

Estamos ante un cambio cultural en el consumo: de la compra y la posesión al acceso

El mayor riesgo es el monopolio: que todo acabe concentrado en pocas plataformas. 

Integrar en lugar de prohibir

Miguel Ferrer, experto en economía colaborativa, destacó que se trata de una realidad muy diversa (transporte, alojamiento, venta de segunda mano...) pero con elementos comunes a nivel normativo: fiscalidad, responsabilidad de las plataformas, y protección de datos. 

La Generalitat de Cataluña ha dado un primer paso al anunciar sus intenciones de regularizar la economía colaborativa. Está bien que no piensen en prohibir sino en integrar, ya que en Internet prohibir no funciona. 

Pero ¿es verdaderamente necesario regular? Existen sistemas de autorregulación, como la reputación online, que podrían dar buenos resultados. 

Regular el derecho a producir

Javier Creus, fundador de Ideas For Change, se centró en el rol del ciudadano-productor, un ciudadano que legítimamente pone en valor lo que tiene y lo que sabe (a cambio de reconocimiento, momenda virtual o moneda real). 

En la Constitución está el derecho a la propiedad y al trabajo, pero no a producir. Debe regularse el derecho a producir como derecho emancipatorio. 

Hoy por hoy, al autónomo no se le considera como un ciudadano productor, sino como una empresa pequeña. 

La regulación se ha ido adaptando al método de producción industrial (basado en grandes corporaciones), lo que explica una economía sobrerregulada. Hay que liberarse del blanco y negro para empezar a entender la economía en grados. 

Una comunidad entre iguales

Ángel Mesado, responsable de políticas públicas de Airbnb, defiende su empresa como una plataforma que conecta viajeros en una comunidad entre iguales. 

El cambio de paradigma nos ha hecho saltar del acceso al crédito a la reputación online. De la publicidad de masas a la comunidad que evalúa. De la propiedad, al acceso.

También citó un estudio sobre el impacto social de Airbnb en Barcelona: el 77% de los anfitriones solo ponen un anuncio, el 75% están por debajo de la renta familiar de Cataluña y el 53% usa sus ingresos para pagar su vivienda. 

Las plataformas pueden desarrollar herramientas que creen un entorno de confianza y seguridad entre iguales, con perfiles completos, eliminación de las identidades falsas y un sistema de doble revisión. De esta manera, la plataforma se convierte en árbitro del entorno digital.

El buen ciudadano digital

Los beneficios de la economía colaborativa incluyen un alto grado de empoderamiento, generar ingresos, facilitar un movimiento social que de soluciones innovadoras a problemas complejos como la movilidad, el alojamiento, la finaciación de proyectos... 

Pero no es fácil ser un buen ciudadano digital. Hay que ser responsable para poner en el mercado productos seguros, responder por los vicios ocultos de los productos que vendemos de segunda mano, contratar seguros específicos en el caso del alquiler de nuestro coche... 

La ley pone límites a algunas iniciativas pero no debe presuponerse que por alquilar tu segunda vivienda estés desarrollando una actividad molesta de economía sumergida, ni practicando la competencia desleal. Es necesario que las reglas sean claras: los usuarios quieren poder generar ingresos legalmente y pagar impuesto por ello.

  • OCU confía en que se trabaje para encontrar un equilibrio entre las opciones clásicas y las colaborativas. Un punto justo que beneficie a los usuarios, tanto en su rol de consumidores como en su rol de prosumidores.